Cuántas veces hemos pedaleado felices y sin rumbo. Sin más cuentakilómetros que nuestros propios jadeos. Lanzando los pies al frenar para no caernos porque no llegábamos bien al sillín y dejándola apoyada en cualquier pared o tumbándola a la bartola.
Esa bicicleta fue nuestra mejor amiga. Nuestro primer amor con dos ruedas. Una sensación física que lleva implícita una sonrisa. Así que ¿porqué no recuperarla y darle una nueva oportunidad? Nuestra respuesta es sí. Hazlo. Porque si hay algo que tenemos claro es que la ciudad del futuro se moverá en bicicleta. Un medio de transporte barato, ecológico y saludable a la vez que un elemento que transformará las ciudades de todo el mundo.
Así que sí. Es el momento perfecto para rebuscar en la casa del pueblo y desempolvar la bicicleta de nuestra infancia o con la que el abuelo solía pedalear hace medio siglo. Porque todos merecemos una segunda oportunidad. Los objetos también. Y porque vuestros culos viajarán como auténticos dioses en una bici única, con historia y con valor sentimental que hará que se giren a mirarla allá por donde pases.
Si como a nosotros os mola esto de enfrascaros en buenos fregaos DIY disfrutareis mucho de su restauración y nuevo nacimiento como el Ave Fénix. Vaya por delante que no somos especialistas en reparación de bicicletas antiguas, pero sí tenemos conciencia ecológica y mucha actitud DIY. Y cuando se trata de reutilizar no hay reto que se nos resista. Por eso os traemos una lista de tips que aprendimos al restaurar una preciosa bicicleta clásica Orbea de los años 70 que estaba muy hecha mierda. Allá vamos.
1.HACERTE CON UNA BICI
El miedo a usar el transporte público ha hecho que las bicicletas sean el nuevo papel higiénico, así que sacar del trastero una BH, Macario u Orbea que acumula polvo en casa de nuestros abuelos es una muy buena idea. Otra opción es hacernos con una bici de segundamano porque hoy en día es más fácil que nunca. Podéis encontrarlas por la red de segunda mano y a muy buen precio ( Wallapop / Milanuncios, etc). Reciclar y reutilizar siempre será más sostenible que comprar un producto nuevo.
Nosotros la encontramos en una tiendita que vendía antigüedades en Cáceres y aunque estaba hecha trizas no pudimos resistirnos. Dar una oportunidad de reestreno a una bici de los 70, además de un buen gesto para el planeta es romántico que te cagas.
2. COMPROBAR TODOS LOS ELEMENTOS.
El estado de la bici dependerá mucho del trato, el uso y dónde ha pasado los últimos años pero seguro que una pasadita con un paño húmedo para quitar polvo y telarañas le sienta de muerte. Y nos ayudará a ver mejor todo el trabajo que nos queda por hacer.
Hay que valorar una a una todas las piezas y analizar su estado: corrosión, pintura, daños irreparables… y comprobar todos los elementos que sufren más con el paso del tiempo: ruedas, frenos, pedales, cadena o sillín.
También es un buen momento para investigar sobre el modelo de la bicicleta que vamos a restaurar. Seguro que tenemos que reponer y cambiar piezas y para encontrarlas con facilidad hay que tener muy claro la compatibilidad de estas con las originales.
Nuestra investigación dio resultados cuando encontramos este precioso catálogo de los setenta de Orbea, una empresa cooperativa del País Vasco que fabrica bicicletas desde 1926. Así pudimos saber exactamente el modelo. Una Orbea 700 de paseo con freno de varillas.
3. DESMONTAR TODOS LOS ELEMENTOS QUE QUEREMOS SUSTITUIR.
En nuestro caso desmontamos la bici enterita porque, como podéis ver, estaba muy muy deteriorada y consumida por el óxido. Pero todo dependerá del estado de la bici y del grado de transformación que queramos hacer. En el caso de bicis antiguas es altamente recomendable, porque es probable que el cuadro y otras piezas tengan óxido. Nos fue muy útil hacer fotos antes de desmontarla, para consultar en caso de duda a la hora de recolocar todas las piezas y guardar siempre los tornillos en bolsitas para que no se pierdan.
4. ELIMINAR ÓXIDO
Si hubo una fase chunga y más larga que un día sin pan, sin duda fue esta. El óxido es el gran enemigo del paso del tiempo para el acero y nos supuso un verdadero quebradero de cabeza. El objetivo era mantener todas las piezas originales posibles pero el nivel de corrosión era brutal. Así que investigamos mucho sobre cómo deshacernos del óxido de manera casera y probamos todos los métodos que íbamos encontrando. Algunos con más éxito, otros con menos.
No queríamos gastarnos un dineral en cromar y queríamos mantener esa pátina que da el paso del tiempo así que el vinagre fue nuestra primera opción por su accesibilidad y comodidad. Sumergimos las piezas en barreños de vinagre durante un par de días. Al sacarlas el aspecto es el mismo, pero al cepillarla bajo el grifo el óxido se desprende fácilmente. En nuestro caso no fue suficiente y tuvimos que pasar a un nivel superior de toxicidad. Ácido oxálico. Una o dos cucharaditas por litro de agua y baños de 24-48h. Maravilla. Las piezas no quedaron perfectas, pero mejoró sustancialmente su aspecto.
No quiero extenderme mucho más porque esto da para escribir un libro pero en este punto la lija fue nuestra mejor aliada. Lijar la superficie suavemente hasta que el maldito óxido iba desapareciendo fue la forma de acabar la faena mas tediosa y frustrante de todo el proceso.
Lijas de mano, enganchadas al taladro, cepillos de púas o lana de acero, le dimos a todo sin piedad. La última va guay para los radios de la rueda, mojada con agua y un poco de bicarbonato disuelto, aunque hay que tener cuidado porque estos métodos tienen el peligro de que se ralle la superficie y tener que pulir después de eliminar el óxido.
5. PINTAR
Si la pintura está en buen estado podemos eliminar el óxido de forma local y después retocar la pintura con un spray que sea lo más parecido al original.
Pero si el óxido esta muy extendido no quedará otra opción que pintar el cuadro sí o sí. Primero hay que eliminar los restos de pintura vieja, que suele estar mega incrustada. Así que nos ayudamos de un decapante. Aún así nadie te va a librar de la lija. Again. Una vez eliminada la pintura y el óxido limpiamos y ya podremos aplicar una capa imprimación, una de pintura y una de barniz. Preferiblemente en spray para que tenga un mejor acabado sin brochazos. Nosotros elegimos cambiar el color y pintarla de azul oscuro metalizado, aunque si volviese atrás, trataría de emular el color original para mantener su esencia al 100%.
6. REPONER PIEZAS Y MONTAR
Por último tenemos que volver a unir el rompecabezas evitando el drama de terminar y que nos sobren piezas. Caja de herramientas en mano, pieza a pieza iremos montando todos los elementos. Si es necesario también tendremos que comprar las piezas y/o accesorios que no hayamos podido reparar. En nuestro caso todo lo que necesitamos, cámaras de aire, ruedas, faro, partillas de freno, pedales y calcas lo encontramos en Reciclone. Un espacio imprescindible si te gustan las bicicletas clásicas y buscas recambios y piezas difíciles de encontrar. En su blog hay un montón de ejemplos de restauraciones y consejos útiles para que puedas restaurar tu propia bicicleta. ¡Y ya estaría! Sencilla y preciosa. Bellísima.
No es complicado pero es un proceso muy laborioso, que requiere alguna noción de mecánica y una buena dosis de paciencia, nos voy a engañar. Ahora, la experiencia de haber recuperado una joya, un trocito de nuestra historia es muy especial y gratificante. La mayor dificultad en nuestro caso partía del deterioro causado por el óxido en la bici dada su antigüedad. Pero no hace falta irse tantos años atrás porque las opciones son infinitas: bicis de paseo, fixies, plegables, de carretera, de montaña…Hay tantas formas de maquear tu bicicleta como culos se van a sentar en ella. Así que no hay excusas que valgan, saca esa bici viejita del trastero y haz de ella el velocípedo de tus sueños. Seguro que creas tendencia y consigues que tu bici sea la envidia del barrio.